Cuando te conviertes en lo que siempre criticaste...

Cuando vemos algo que no nos agrada o no nos parece, casi instantáneamente sale de nosotros una crítica poco agradable sobre X cosa. 

Si se trata de un adolescente, un joven la historia es peor; porque nosotros poco o nada controlamos si lo que decimos es apropiado, agradable, desubicado o lo que sea(al final, puede ser cualquiera).

Una de las cosas que más he criticado en mi vida es cómo las personas son capaces de ignorar todo a su alrededor por estar concentrados en un celular.

Por años viví la indiferencia de muchos de mis amigos que, estando a mi lado, reían leyendo chats. Y, con el carácter que tengo, nunca dudé en recriminarles eso y exigirles que sean capaces de controlarse por lo menos en frente mío. Realmente hervía cuando estaba en medio de una charla y transcurrido cierto tiempo sus miradas se dirigían hacia su bendito aparato tecnológico. 

Era lamentable ver la cara de muertos de mis compañeros de curso, fruto de estar mensajeando toda la noche hasta las 5 am (o capaz hasta minutos antes del horario de entrada).

En los últimos tiempos, con los smartphones, el tema vino empeorando. Tan difícil es estar todos reunidos sin hacer "check-in" o tomándonos mil fotos "para el snap"?! Es casi imposible.

Siempre que me preguntaban mi opinión al respecto, y hasta un par de veces sin que nadie preguntara, eché pestes por este tipo de actitudes.

Y mirando todas esas cosas, me decía a mí misma "yo NO voy a ser así cuando tenga celular".

30 de abril del 2014. Después de 17 años y 10 meses, adquirí mi primer celular. Un smartphone que compré con plata que tenía guardada desde los 15 y que nunca me habían permitido gastar, hasta ese momento.

Yo me comprometí a ser responsable en su uso. Me recordé a mí misma esas actitudes que tanto odio y me recontrarecordé no ser yo también ser parte de eso.

Y, honestamente, empecé cumpliendo con mis principios: lo apagaba para dormir, lo dejaba en un lugar X cuando tenía visitas en la casa, lo podía dejar tranquilamente en mi cartera mientras estaba en colegio. Parecía que realmente era una joven diferente a todos esos zombies con auriculares...

La siguiente foto que voy a mostrarles no me enorgullece para nada. De hecho, me da mucha verguenza:

No notan algo??

Nada??

Déjenme acercarla un poco...

Esa soy yo. En plena fiesta de San Juan de un colegio. En medio de un grupo de amigos muy queridos y con los cuales no puedo compartir mucho tiempo por diversas razones.

Esa soy yo. Incapaz de soltar mi celular en toda la noche, ni para salir en una foto posterior a la actuación de la banda a la cual fui a apoyar.

Esa soy yo, convertida en lo que siempre critiqué...

Sí. Mi vida se volvió más cómoda en muchos aspectos desde que tuve esa facilidad de comunicación. Pero así también, me volví apegada a mi celular. No me gustaba la sensación de no tenerlo en la mano o en el bolsillo.

Si bien lo usaba para cosas que se pueden considerar productivas (trabajos, coordinar grupos, leer libros u otras informaciones, comunicarme con facilidad, etc.), abusaba en cuán pendiente estaba de él.

Y hablo en tiempo pasado porque desde hace una semana me lo quitaron y no lo tendré hasta mi cumpleaños que, por cierto, es el 30 de junio (lindos 2 meses faltan). Mi padre decretó eso pidiendo que reconsidere mi comportamiento. Me dijo que ese "aparatito" me superó. Y tiene razón.

¿Tienen idea de cómo me siento al ver esta realidad? Me siento alguien débil, alguien que pisó sus propias palabras, incapaz de controlarse, incapaz de volver a pedirle a alguien que deje de ser tan "adicto a su celular".

Antes de tener mi celular, había leído un sinfín de artículos sobre cuantas veces al día las personas revisan sus smartphones, sobre lo pendientes que viven y el daño que eso causa. Al principio, no me daba cuenta de ese problema, pero cuando finalmente me di cuenta ya no podía controlarlo (adicción?). Hasta mis mascotas sufrieron mi indiferencia, fruto de estar tooodo el día en redes sociales o leyendo miles de artículos.

Ahora tengo que explicar con mucha vergüenza el porqué de mi última conexión, porqué no contesto las llamadas y demás cosas.

Realmente espero que, si llegaste hasta esta parte de mi escrito, no tomes a la ligera mi experiencia. No creas que está bien ser así como yo era, como -capaz- vos sos. No creas que porque es "normal" en una reunión estar cada uno con su celular eso sea lo correcto. 

Abusar nunca es bueno, y el abuso del celular es un problema que no solo afecta a los jóvenes. Mil veces he estado en alguna cena con un grupo de adultos que no dejan mirar las pantallas de sus smartphones.

Es lamentable todo lo que uno se pierde por estar sumergido en un mundo que termina cuando tenemos 0% de batería.

Ahora que volví a estar sin celular me propuse trabajar en mí. Procurar ser alguien que no va a morir por revisar una notificación o por no haber visto el último video viral. Y todo esto es MUCHO más difícil de lo que parece, mucho más difícil de lo que pensaba... 

Pero OJO, eso no será una excusa para volver a ser la misma mierda cuando vuelva a tener celular.

Será una lucha constante conmigo misma. Una lucha para tener la fuerza de decir "Ahora duermo. Hablamos mañana". Una lucha contra la distracción que me genera estando en alguna clase. Una lucha contra la presión de sacar yo también mi celular cuando todos están con eso. Una lucha que se repetirá día tras día para no volver a convertirme en lo que siempre critiqué.

Comentarios

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  2. Expectacular tu historia y tú vivencia....100% razón en lo que dices. Lo veo a diario a mi al rededor. Da pena

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